Es importante comenzar a hablar de la educación emocional en las aulas y en el ámbito familiar porque se nos presenta en la actualidad como una innovación educativa necesaria y urgente, que responde a las necesidades sociales de nuestros jóvenes y que no están atendidas en las materias académicas ordinarias.

La educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como algo indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo integral de las personas.

Por habilidades emocionales se entiende el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de los demás, la autorregulación, empatía, motivación y las habilidades sociales que tenemos cada uno de nosotros.

La educación emocional tiene como objetivo desarrollar competencias emocionales que contribuyan al bienestar personal y social de las personas, por lo tanto, competencias que deberían comenzar a trabajarse desde el principio de la vida hasta el final de la misma, para lo cual son fundamentales la intervención de las familias junto con los educadores.

Puesto que a menudo los padres y la sociedad ni siquiera son conscientes de esta necesidad, la función del docente adquiere una gran relevancia en el conocimiento, acompañamiento y puesta en práctica de estas habilidades, que son imprescindibles que los alumnos vayan poniendo en práctica a lo largo de su vida académica y en los distintos contextos y situaciones a los que se van enfrentando. De esta manera, podríamos contribuir a frenar las conductas que vemos a diario en los medios de comunicación y que protagonizan adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes, y que cada vez aumentan más (peleas y agresiones, vandalismo, acoso…) en las que se pone claramente de manifiesto una incapacidad de comunicación y de una relación digna y respetuosa con las otras personas.

Por lo tanto, son las familias y los educadores los que juegan un papel esencial en la educación emocional de los alumnos. Ambos deben ir de la mano. Por ello, es importante y fundamental que padres y educadores adquiramos las competencias emocionales necesarias para poder contribuir a la educación emocional de los chicos, para lo cual sería imprescindible formarnos todos en técnicas de educación emocional y tratar de darle la importancia que merece para el desarrollo integral de los alumnos.

De esta manera tendríamos ciudadanos plenamente formados, preparados para incorporarse a una sociedad en la que los valores educativos de empatía, compañerismo, tolerancia, respeto y justicia, revertirían en un futuro en sus propios hijos, transformando así paulatinamente una sociedad más rica en valores, tolerancia, respeto y emociones.

Departamento de Orientación