Este curso proponemos como lema estas palabras de Takashi Nagai, un médico japonés que sufrió con su familia la crudeza de la guerra, especialmente de la II Guerra Mundial y de las consecuencias de la bomba atómica que cayó sobre Nagasaki en agosto de 1945. Son palabras -paradójicamente ante esta situación-, llenas de esperanza y que están en sintonía con lemas de otros cursos que nos han permitido abordar cuestiones fundamentales en la dinámica educativa: “Sólo el asombro conoce” (23-24); “La ciudad se llenó de alegría” (22-23); “Hoy empieza todo” (21-22), “Si los hombres no construyen, ¿cómo vivirán?” (20-21).
En Takashi Nagai se ven estos acentos de una manera paradigmática. La vida consiste en acoger con alegría el don que se nos ofrece, y en entregar lo que somos a los demás. Es posible “nacer de nuevo, siendo viejos” (Jn 3, 2), es posible descubrirse con un corazón de niño en cualquier momento de la vida y recuperar la curiosidad frente a las cosas, la sencillez, la inocencia. Incluso en medio de circunstancias difíciles.
Takashi se gastó infatigablemente por los demás, ofreciendo todos sus conocimientos de radiología para la recuperación de miles de víctimas que sufrieron en sus carnes la destrucción de la guerra. Sufrió la pérdida de su mujer y él mismo enfermó como consecuencia de la radiación. Sin embargo, sus últimas palabras antes de morir, ya en su cama sin apenas poder moverse, desvelaban una pasión incansable por la vida:
Lo primero que pienso todas las mañanas, nada más despertar, es que soy feliz. Hoy vuelvo a estar vivo. Hoy vuelvo a tener que trabajar […] Aunque solo sea capaz de usar mis manos y mi cabeza, me encuentro lleno de entusiasmo como si fuera un colegial por la mañana, preparado para ir de excursión. Es una conquista de estos últimos tiempos el hecho de sorprenderme todas las mañanas, en mi lecho, lleno de esta expectativa de alegría ante el día que empieza. Me descubro con un corazón de niño. (T. Nagai).
Se nos regala este nuevo curso para conquistar esta sorpresa, para cuidar la “expectativa de alegría ante el día que empieza”. Creemos que no es una ingenuidad o una utopía irrealizable. Lo vemos en muchos alumnos, profesores y familias que, gracias a una propuesta llena de belleza y dignidad, tienen el anhelo de recomenzar. Ojalá que nos ayudemos a vivir con un corazón de niño: ante el día que empieza, ante los nuevos retos que se nos presentan, ante las dificultades que nos toque atravesar. Al funeral de Takashi asistieron más de 20.000 personas, que reconocieron en él una personalidad extraordinaria, llena de entrega y capacidad de construcción. Deseamos que la vida del colegio, en sus distintos ámbitos y etapas, pueda ser también un lugar en el que todos podamos recomenzar con curiosidad y alegría.