Ante la situación tan extraordinaria que estamos viviendo estos días provocada por el COVID-19, con numerosos interrogantes e incertidumbre por cómo continuará la vida escolar en los meses venideros y en el próximo curso, los Colegios J.H Newman y G. Nicoli se han juntado por primera vez, para preguntarse y determinar cuál ha de ser nuestro camino, nuestra motivación y sentido. Más de 160 profesores, directivos y PAS se reunieron virtualmente para tratar la tarea educativa en este momento, dando fruto a este texto que os compartimos. 

 

¿Qué novedad tenemos que ofrecer?

Una mirada que nos cambia

Ante la pregunta recurrente de familias inquietas por todo lo que está sucediendo, por la incertidumbre respecto del curso y de las clases, ¿qué novedad tenemos que ofrecer? Estos días de dificultad, miedo y dolor han podido suscitar también entre muchos de nosotros una mirada de desconcierto y de escepticismo ante la vida: “Le he intentado explicar a mi hija de 15 años, creo que sin suerte, que a veces la vida es una mierda, y que no hay nada que podamos hacer para evitarlo” (Morir en la UCI, Ángel F. Fermoselle, El Español, 2 de abril). “Hacen falta asideros a los que sujetarnos mientras esto pasa. Ahí estoy, contando chorradas desde mi cuenta de Instagram, por si alguna de ellas dispara una sonrisa donde antes se fruncía el ceño” (En positivo, Rafael Moyano, El Mundo, 21 de marzo). ¿Quién de nosotros no vive o ha vivido en algún momento con esta vulnerabilidad?

En un momento así estamos llamados a mirar juntos la circunstancia que nos toca vivir. La educación será interesante, tendrá algo que decir si nos ayuda a afrontar la realidad. Todos tenemos el deseo de salir de esta situación más reforzados, con ganas de construir algo nuevo, pero ni siquiera de esto tenemos garantías suficientes. El mayor enemigo en este momento es la pérdida del gusto por vivir. Por ello, lo primero que hace falta es compañía en el camino; compañeros que estén con nosotros y con quien contar. Pero también necesitamos un punto al que mirar, una certeza que nos ayude a caminar. Esta compañía y esta certeza es lo único que puede aclararnos el camino.

Queremos ejemplificar este horizonte través de una obra de arte. Nuestra amiga Rosa Hinojosa nos ayuda a entender mejor a través de la belleza dónde está nuestro punto firme:

Contemplamos la obra “Noli me tangere” de A. A. Correggio (1525). En esta obra de arte del Renacimiento vemos a María Magdalena mirando a Jesús, sorprendida, de rodillas, y asimismo, a Jesús mirándola, que la indica un punto firme que se encuentra más arriba. Para entender la profundidad del momento aquí representado, vamos a la fuente de donde bebe esta obra, el Evangelio de San Juan (Jn 20, 1-19). En esta escena, tiene lugar el momento en que María reconoce a Jesús y Éste le dice “No me retengas” (“Noli me tangere”), que se ha impuesto como la traducción que explica mejor este momento. Al principio María no reconoce a Jesús y lo confunde con el hortelano. Pero justo después de que Jesús la llame por su nombre ella exclama: “Rabbuni” (Maestro). Este momento del “Noli me tangere” se vincula también con el momento de “La Anunciación”, porque de alguna manera María Magdalena tiene el privilegio de ser la primera en ver a Jesús tras su Resurrección y anunciarlo. 

¿Qué aprendemos de esta imagen? El gusto por vivir existe y se despierta cuando somos llamados por nuestro nombre, por alguien que nos quiere, nos reconoce y además, nos remite y nos lleva a algo más grande. La pedagogía de la mirada que representa extraordinariamente esta obra de Correggio sostiene nuestra experiencia educativa. Necesitamos que alguien nos mire de verdad, como Jesús mira a María. Al principio María no ve porque está bloqueada, apegada a su dolor. Nos sucede también a nosotros y a nuestros alumnos. Sacamos lo mejor de nosotros solo cuando alguien nos llama. María fue capaz de mirar y de reconocer a Jesús cuando este la llamó por su nombre. De aquí nace un gusto nuevo, una misión, un deseo de construir y anunciar. Y de este anuncio, de esta sorpresa compartida con los apóstoles, nació una unidad insospechada. Este es el significado de la palabra comunidad educativa: una mirada común en la unidad de un proyecto.

¿Qué puede resistir en una situación tan complicada como la que estamos atravesando? Propuestas que vivan de esta pasión, de esta humanidad. Propuestas educativas deseosas de construir y de seguir. Pero no podemos ser padres si antes no somos hijos. Por ello, es urgente que nosotros mismos nos sintamos llamados y sigamos algo grande y verdadero.